Mi presente empezó el 9 de mayo. Si el día 8 lo pasé celebrando, el 9 decidí guardar los apuntes de la opo de la Comunidad de Madrid no sin un poco de ansiedad no fuera a ser que al final se moviera el asunto y yo hubiera tenido un parón lo suficientemente importante como para ya no controlar el temario. Pero había que ser realista. Con la que estaba (está) cayendo NO iba a avanzarse en esa convocatoria y yo me había ganado el que mi tiempo fuera mío.
Dueña de mi tiempo pero con demasiados matices, pues poder salir a la calle a dar un paseíto sin alejarte más de 1 kilómetro de tu domicilio y no poder estar con tu gente, no es precisamente «la bomba», pero al menos los parques están abiertos... sí, abiertos y llenos de madrileños... mejor paseos de asfalto buscando calles pequeñas.
Tras panzadas de Netflix y reorganización del que ya es mi despacho Madrid empezó a abrirse más y más a la «nueva normalidad», que por entonces recordaba mucho a la vieja normalidad, y hoy por hoy es deprimente. Pero bueno, pudimos hacer los planes estivales planeados dentro de nuestras fronteras, y aunque parecía que también podríamos ir a Bélgica a recoger nuestro nuevo coche viejo (sí, somos afortunados, ya es el segundo coche que nos regalan. Viejales, pero perfectos para nosotros), tuvimos que anular en el último momento, pues no podíamos quedarnos 15 días en Bruselas cumpliendo la cuarentena que imponía el gobierno belga a los viajeros procedentes de Madrid.
El verano pasó por primera vez en la vida de forma lenta, y es que esto es el cuento de nunca acabar y si en julio salió por fin mi nombre en el BOE y ya era oficialmente aprobada del proceso selectivo, ahora toca esperar a que publique la elección de destinos, que redactemos las listas y que las resuelvan nombrándonos finalmente funcionarios de carrera, cuando tomaremos posesión.
Al salir el BOE en julio me garantizaba un verano sin sobresaltos. Hasta septiembre no habría destinos que elegir y tenía mucho tiempo por delante. Pero la ilusión por que salgan y la intríngulis por SABER, unido a no poder hacer los planes que nos hubiera gustado realmente, tiene como resultado que aunque haya sido un buen verano, se me haya hecho largo.
Con una oposición aprobada, en paro, y con cientos de países por visitar, ¡este debería haber sido el verano de mi vida! ¡¡Maldita pandemia!! (Luego miras lo mal que lo está pasando mucha gente, vuelvo a poner los pies en la tierra y veo la suerte que tengo de haber podido salir unos días de Madrid ¡¡Maldita pandemia!!)
Actualmente estoy en un proceso de ESPERA. Los días son tranquilos. No nos vemos con mucha gente y según llega el frío hacemos menos planes sociales aún, pues sin terraza no hay quedada.
Me mantengo entretenida. Tengo bastantes cosillas entre manos. Sobre todo la matriculación del coche belga en España sin gestorías de por medio, que da para otro blog que quizá, si esto se alarga, escriba próximamente).
Cuando salga la oferta de destinos será otra película, pues habrá mucho estrés para configurar la lista en tiempo record, seguido de muchos nervios hasta que se resuelva. Ahora la duda es, ¿podré quedarme en Madrid?, cuento con ello, pero hasta que no veamos los destinos, todo está en el aire.